jueves, 9 de octubre de 2014

PORTUPEKOLEZE Y CUEVA DE ARLEZE




Aunque en esta ocasión no llegamos a entrar a la cueva (queda pendiente), sí que quería comenzar con ella, por el recuerdo que tengo de cómo nos impresiono su boca, y esa rampa que parecía bajaba a la nada…….
 Comenzamos nuestra excursión en el Alto De Lizarraga de donde tomamos la pista que va hacía la ermita de San Adrian. Vamos paseando por el prado hasta que a los 600 metros, poco antes de unas bordas nos desviamos a la derecha, en ascenso diagonal, hasta llegar a Portupekoleze, una curiosa depresión con un arco de piedra y una pequeña cueva en el fondo en la que se pude entrar agachado si mal no recuerdo unos 12metros. Resulta entretenida para los peques y no tiene ningún peligro. Eso si cuidado con los peques en el puente.


Volvemos de nuevo a la pista, y vamos “jugando” por los pasadizos que hay en la roca de nuestra izquierda (entras por uno, sales por otro….).
De aquí continuamos hasta la calzada romana (muy interesante) para seguir por ella hasta el cruce de la cueva. De donde vamos hacia el hayedo, en el que continuamos por un elegante camino con abundantes dolinas (creo que se llama del Txaparral) hasta encontrarnos con unos mojones justo encima de la cueva. Por este camino he andado varias veces, y el color que coge en las tardes, con el sol, las hayas y el musgo, resulta espectacular. Aunque para gustos, eso, los colores……



De aquí y por nuestra derecha bajamos hasta encontrarnos con la gran boca de la cueva. Sobre la que encontramos diversos relatos en la mitología vasca, como una de las moradas de las sorginak   “la enorme boca de la gruta deja entrever un túnel descendente que parece la garganta hacia el inframundo”  - se lee en un relato-, y no es para menos, ya que recuerdo esa vez como nos impresionó su boca, casi daba “miedo” asomarse, sobre todo con la pequeña luz que llevábamos. Así que no nos animamos a entrar (y pensar que hoy, como dice un amigo “agujero que ves y ya estás  dentro”).





Volvemos a la calzada, vemos la sima de Tximua (por fuera claro), y continuamos por ella hasta BentaBerri, en donde dejé a la familia “jugeteando” en la campa y subí a buscar el coche.



Interesante excursión, quizás un poco larga para niños de corta edad (mí hijo estaba a un mes de cumplir 5, y la verdad es que aguanto muy bien, no tuve que cogerle a hombros…). Eso sí, se nos queda pendiente la visita a la cueva.



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